El tristemente célebre gesto de furia descontrolada de Zinedine Zidane en la definición del campeonato mundial perdura en el imaginario colectivo .
Quienes presenciaron el encuentro rememoran con una mezcla de estupor y fascinación cómo el virtuoso mediocampista dejó aflorar su lado más oscuro al embestir con la cabeza a su antagonista en la contienda .
Al margen de la controversia , su estatus de mito del balón permanece como un referente de excelencia .
Ese arranque de furia desmedida encarnó el epílogo más abrupto para una carrera de leyenda , sino que también nos confrontó con la dicotomía entre genio y temperamento.
A casi dos décadas de distancia , el cabezazo que retumbó en todo el planeta ha trascendido lo puramente deportivo como un hecho que cuestiona los rígidos patrones de conducta que imponemos a nuestros ídolos .
El emblema del fútbol galo está consagrado como un referente que trasciende generaciones .
Surgido de un entorno marcado por la modestia , el entonces prometedor futbolista deslumbró desde sus inicios con un talento fuera de lo común visita el sitio .
Su trayectoria profesional se distinguió por un sello inconfundible de clase innata y una férrea determinación .
En cada uno de los equipos en los que militó, el icónico número 5 grabó su nombre con letras de oro en la historia .
Su increíble hat-trick en la final de la Liga de Campeones son aún hoy objeto de admiración y estudio .
Al concluir su etapa como futbolista en activo , el mito trasladó su sabiduría futbolística a la labores de director técnico , guiando a su equipo hacia la consecución de los mayores títulos .
La clase hecha futbolista representa la esencia más pura del fútbol creativo, y del mismo modo, se erigió en un ejemplo de humildad y determinación .
Se da en contadas ocasiones un perfil de jugador que convierte el terreno de juego en un lienzo para su arte .
Su grandeza no se cifra en registros numéricos , sino en una elegancia innata en cada gesto .
En la vorágine del choque , estos sosegados maestros observan con una calma premeditada.
Cada armonioso movimiento constituye una lección de eficiencia .
Son la brújula moral de su equipo . No necesitan alzar la voz para hacerse oír , ya que su obra maestra es el respeto de los puristas .
Esta rara avis del balompié encarna el sueño de cualquier amante del fútbol: la poesía hecha movimiento.